Juicios

Un círculo vicioso

¡Del que necesitas salir ya!

De los 60.000 pensamientos que tu mente fabrica a diario, aproximadamente un ochenta por cien son juicios hacia las personas o situaciones que te desagradan en tu vida, y no te das cuenta de que cada vez que juzgas a alguien o a alguna circunstancia…en realidad te estás juzgando a ti misma. Siempre. Sin excepción. 

En este post te voy a explicar cómo este mecanismo automático de tu ego basado en los juicios, te lleva a generar una y otra vez esos estados mentales y emocionales dolorosos que tan bien conoces y cómo a partir de hoy mismo puedes empezar a hacer algunos cambios al respecto. 

Te ocurre, como a la gran mayoría de la gente, que al vivir bajo el mandato de estos patrones automáticos de tu mente estás perpetuando un estado mental de ansiedad, sufrimiento, culpa y frustración y no ves que eres tú misma quien lo está provocando, porque te has acostumbrado a vivir juzgando lo que ves fuera de ti precisamente para huir de esas emociones que tanto miedo te da sentir.

  Estoy segura de que quieres salir de este círculo vicioso y recuperar tu verdadero poder para crear la vida plena y feliz que realmente te mereces, y en las líneas que siguen vas a aprender cómo puedes empezar a hacerlo.

Quédate con esta idea:

A cada instante, Tú estás creando toda tu realidad

¿Aún vives en esa ilusión en la que crees que la causa de tu malestar está fuera de ti? ¿Todavía echas la culpa de tus sentimientos negativos a tu pareja, a tu jefe, a tu trabajo, a la mala relación con tus padres o a cualquier situación que no encaja con lo que deseas? ¿Sigues convencida de que en cuanto todo, o al menos algunas de estas situaciones cambien, por fin podrás ser feliz y vivir en paz?

Si has respondido afirmativamente a alguna de estas preguntas, significa que aún no has comprendido que tú misma has creado todo lo que vives y que lo has hecho para tu máximo beneficio, para que puedas deshacer los errores de tu mente y de tu forma actual de interpretar las cosas, que están basados en el miedo, los juicios, y la culpa.

Aún no has comprendido que lo único que realmente puedes cambiar es tu percepción, tu forma de ver y sentir todo cuanto te sucede así como a las personas que hay en tu vida, pues todo, absolutamente todo es fruto de tus propias proyecciones mentales, que provienen de tu estado actual de consciencia. 

Así que lo primero que necesitas hacer para darte cuenta de cómo y para qué juzgas y de qué clase de realidad estás generando a través de esa percepción errónea 

de tu mente no es mirar hacia dentro, pues ahí muy probablemente te encontrarás con las trampas y autoengaños de tu ego, que no es más que la idea de que te pueden ocurrir cosas en contra de tu voluntad.

Lo que realmente necesitas para ver sin autoengaños el estado verdadero tu mente es mirar a tu alrededor y ver qué clase de vida y de relaciones estás construyendo.

Todo lo externo tiene que ver contigo y es un espejo maravilloso en el que a cada instante tienes la oportunidad de verte a ti misma, así como hasta qué punto estás permitiendo que sea tu ego -con sus proyecciones y juicios- quien dirija tu vida en lugar de tu verdadero Ser…esa parte de tu mente en la que en cuanto lo decidas, podrás sentir el amor y la paz de la Fuente Creadora que siempre ha habitado en tu interior.

¿Qué te ocurre cuando te niegas a sentir tus emociones dolorosas?

Cada vez que sin darte cuenta huyes de una emoción desagradable, aparece uno de estos dos mecanismos de tu ego: El juicio a los demás o la culpa, y en este post, por su importancia vital, me estoy centrando en los juicios y en los efectos devastadores que causan en tu vida:

En cuanto sientes la emoción desagradable y automáticamente aparece el juicio, te enfadas con la otra persona o la rechazas, y así la tristeza, el miedo, el vacío, o la emoción que habría emergido en ti, aparentemente desaparece.

Te quitas paz y te generas ansiedad a ti misma con ese enfado, pero el ego prefiere esta falsa sensación de poder al dolor que le provocaría sentir la emoción que intentaba expresarse en ti. 

         Y vives atrapada en esta trampa de tu mente porque aún no sabes que tu inconsciente ha escogido a las personas que hay en tu vida a través de tu programación mental, para darte una oportunidad para sanar tus heridas. Y estarás preparada para sanarlas cuando comprendas que la persona que tú crees que te está haciendo daño en realidad es una bendición en tu vida, porque gracias a él o ella puedes dejar de perderte juzgando fuera y empezar, ahora sí, a mirar en tu interior.

         Para comprender esto que acabas de leer, que cada vez que juzgas a otro estás desaprovechando una oportunidad maravillosa de sanar algo en ti, necesitas primero saber algo muy importante: Y es que absolutamente nada de lo que ocurre en el exterior es ajeno a ti. Todo lo que ves es un reflejo de tu mundo interior, de tus creencias inconscientes y de tu programación mental. ¿Y cómo es posible esto? ¡Vamos a verlo!

El Exterior:

Un reflejo fiel de tu estado mental y emocional

      Tu realidad externa es un espejo maravilloso del que puedes extraer una información valiosísima: Tanto Un Curso de Milagros como la física cuántica nos dicen que si pones la atención necesaria, puedes ver lo que estás negando o rechazando en ti a través de las personas y relaciones de tu vida, y que nada de lo que te ocurre es por casualidad, pues absolutamente todo lo que te rodea está resonando contigo. 

    Y esto es así porque todo lo que ves es una proyección de tu mente, y es imposible que veas fuera de ti algo que no está en tu interior. De esta manera, todo lo que juzgas en el exterior te está hablando de algo que necesitas escuchar dentro de ti, porque todo lo que percibes es una extensión de tu mundo interno. Y una vez que puedes aceptar que esto es así, es cuando toca hacerte esta pregunta: 

¿Qué me molesta de esta persona o situación?

    Y si te respondes con total honestidad, descubrirás que lo que te incomoda y juzgas en los demás es la emoción desagradable que te produce lo que dicen o hacen, y que tú no quieres sentir. Esa persona en realidad sólo ha tocado una tecla en ti y tú has abierto una herida que ya traías contigo, y en lugar de prestar atención a la alarma que se dispara en tu interior, eliges juzgarle y enfadarte. 

            En este ejemplo lo vas a ver muy claro:

Una mujer va a un restaurante con otras dos amigas y éstas se pasan gran parte de la cena hablando de un tema de su trabajo y ella se siente desplazada. Automáticamente piensa que son unas egoístas y maleducadas, se cierra, y pasa el resto de la noche callada. ¿Ves cómo funciona? Aunque fuera cierto que sus amigas han tenido poco tacto, ella ha desperdiciado la oportunidad de escuchar a su herida del abandono, y en lugar de cuidarse a sí misma diciéndoles abiertamente cómo se siente, ha escogido hacer lo mismo que aprendió a hacer de niña cuando se sintió abandonada: Primero juzgar a los demás, y después cerrarse y aislarse quedándose con una herida interior abierta sin ser atendida como necesitaba. 

        Y ahora presta atención a lo que te voy a decir, que es verdaderamente importante:

Esas emociones de las que huyes a través de los juicios y el enfado, son el único camino de vuelta a tu esencia, a la voz de la Divinidad en ti, que quedó tapada bajo las heridas de tu niñez que aún están sin sanar. Huyendo del dolor generas ansiedad y más dolor, repites conductas tóxicas y autodestructivas que te mantienen atrapada en tus problemas y el victimismo, y no te das cuenta de que se trata de un mecanismo inconsciente e infantil que necesitas afrontar si de verdad quieres construir la vida de 

paz, amor y plenitud que tanto anhelas. 

       Volviendo al ejemplo de la cena, ¿dirías que esa mujer, al quedarse callada y aislada ha mostrado una actitud adulta y amorosa consigo misma? Claramente, no.

OBSÉRVATE CUANDO JUZGAS

Al comprender lo que te he explicado en las líneas anteriores y darte cuenta de todo lo que vas a ganar cambiando estos patrones automáticos de tu mente, a partir de hoy mismo puedes empezar a aplicar estos simples pasos en cada situación en la que te veas juzgando a otro:

1º.-Pregúntate qué es lo que te da miedo sentir: ¿Qué emoción dolorosa estoy tapando con este juicio/enfado?

2º.-Observa si hay algo que aún no te has perdonado a ti misma relacionado con la situación, y si aparece en tu mente algún episodio de tu vida con el que aún no estás en paz, haz un esfuerzo por poner una mirada de comprensión hacia la mujer que eras en aquella circunstancia. 

3º.-Agradece a esa persona o situación actual que te hayan traído la oportunidad para ver eso que aún estabas rechazando o negando en ti.

4º.-Bendice la situación y dite a ti misma: “Esto lo he pedido yo, y todo obra para mi bien”

Practicando esta nueva forma de afrontar esas situaciones de tu vida en las que antes actuabas como una autómata sin darte cuenta de tus autoengaños y del daño que te hacías a ti misma, comprobarás que a medida que vayas cambiando la información que hay en tu mente, automáticamente cambiará también lo que proyectas en los demás. Donde antes había juicios, malestar, resentimiento y sufrimiento, ahora sólo habrá lugar para una única cosa: Paz. La paz, la plenitud y la felicidad que siempre te han pertenecido, únicamente por ser una extensión maravillosa de la Creación Divina que late a cada instante en tu interior.

*Próximamente publicaré en la sección “La niña interior” un post con otro ejercicio muy potente y revelador en relación a los juicios y lo que estos le hacen a tu niña. 

¡No te lo pierdas!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.